Dominante, social, paciente y analítico: Los 4 temperamentos que definen la personalidad

Desde la antigüedad, al ser humano le ha interesado comprenderse a sí mismo y comprender mejor a los demás, por lo que existen teorías sobre los perfiles de personalidad que datan desde tiempos como la antigua Grecia, donde surgió la teoría de los cuatro humores.

Esta teoría es un concepto antiguo en medicina y psicología, que clasifica los temperamentos humanos en cuatro categorías principales, basadas en fluidos corporales: la sangre, la flema, la bilis amarilla y la bilis negra. Se creía que cada humor estaba asociado con ciertas características físicas y emocionales, de lo cual surgen los cuatro temperamentos:

  • Sanguíneo (sangre): Asociado con un temperamento alegre, sociable y optimista.

  • Flemático (flema): Caracterizado por ser calmado, confiable y relajado.

  • Colérico (bilis amarilla): Descrito como ambicioso, enérgico y a veces agresivo.

  • Melancólico (bilis negra): Visto como pensativo, perfeccionista y a menudo triste.

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Aunque la teoría de los humores ha sido superada por la comprensión moderna de la medicina y la psicología, sentó las bases para el estudio de la personalidad. Introdujo la idea de que ciertas características de la personalidad podrían ser sistematizadas y categorizadas, y algunos autores e investigadores actuales la han retomado como base para sus trabajos.

Tal es el caso de Jennifer Nacif, una reconocida conferencista de origen mexicano, quien es autora y coach especializada en comunicación y relaciones humanas, y ha ganado notoriedad por su enfoque único en la comprensión de la dinámica de las relaciones interpersonales, tanto en el ámbito personal como profesional.

Los 4 temperamentos del ser humano

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A partir de la teoría de los humores, Nacif creó su propia versión, con la teoría de los cuatro temperamentos, según la cual, la personalidad se define por la combinación de estas cuatro forma de ser, donde una suele ser predominante y es la que nos dota de nuestros rasgos de personalidad, nos da ciertas habilidades, fortalezas, debilidades, motivaciones y formas de reaccionar.

Los cuatro temperamentos que Nacif considera son: dominante, social, paciente y analítico, y a continuación te decimos cuáles son las características que definen a cada uno, para que puedas ver con cuáles te identificas, cuál consideras que es tu temperamento predominante, así como el de las personas con las que te relacionas, para que puedas comprender mejor su forma de ser, actuar y reaccionar, así como aquello que les motiva, tanto a ti como a tus seres queridos. Esto te puede ayudar a mejorar tanto la relación contigo mismo como con los demás.

Temperamento dominante

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Es una personalidad orientada a obtener resultados, liderar y resolver problemas. Se caracterizan por tener una alta energía y carácter fuerte, así como por su seguridad en sí mismos y fortaleza emocional.

Suelen ser egocéntricos y egoístas, pero también son innovadores y les gustan los retos: si les dicen que no puede hacer algo, más se empeñan en lograrlo y demostrar que sí pueden.

Quienes tienen un temperamento mayormente dominante, son personas muy persistentes, decididas, les gusta tener el control de todo y ante situaciones desafiantes suelen ser coléricas y viscerales.

Se caracterizan por ser rápidos en su andar y actuar, por lo cual, también son impacientes, pues quieren que las cosas se hagan a su ritmo apresurado.

Su principal motivación es el poder. También les motiva tener constantemente nuevos retos, tener el control, aman ganar y tener la razón.

Temperamento social

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Como su nombre lo dice, son personas altamente sociables. Disfrutan de la compañía de otros y necesitan el contacto personal para sentirse bien, por lo que las relaciones son un factor primordial para ellos.

Quienes poseen un temperamento mayoritariamente social son personas emocionales, abiertas, optimistas, carismáticas, amigables y expresivas, con la capacidad para comprender a otros y también para inspirarlos.

Suelen ser las personas más populares, a las que se les facilita hacer amigos y que tienen la capacidad de hablar con quien sea de lo que sea, pues parece que nunca se les acaban los temas de conversación.

Tienen un carácter cálido y generoso, pues les gusta ayudar a los demás y este es uno de sus mayores motivadores, junto con la posibilidad de socializar, divertirse y conectar con otros en las actividades que realicen.

Por otro lado, su temperamento los hace ser distraídos y desorganizados, además de que en muchos casos no les gusta hacerse responsables por sus fallas o errores y suelen buscar que la responsabilidad recaiga en alguien más o en las circunstancias.

Temperamento paciente

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Quienes poseen un temperamento mayormente paciente son personas tranquilas, relajadas, amables, serenas, estables y benevolentes. Pueden llegar a pasar desapercibidas, porque su tono de voz suele ser bajo y suelen ser silenciosas y discretas en su andar y actuar.

Los pacientes son muy buenos escuchando, son amigables y se les facilita comprender a los demás, por lo que tienen una capacidad especial para trabajar en equipo y hacer cosas que requieran de la colaboración conjunta.

Son personas que saben adaptarse a diferentes entornos, circunstancias y personas, y son muy constantes en lo que hacen, por lo que generalmente terminan lo que empiezan y se caracterizan por tener estabilidad.

Su mayor motivador es la seguridad, necesitan sentirse seguros en sus entornos, circunstancias y relaciones. También les mueve poder ayudar a otros, obtener la aceptación de los demás y tener armonía y equilibrio en su vida.

Ante situaciones difíciles o estresantes, tratan de evitar la confrontación y el conflicto, al sentirse bajo presión, se congelan y prefieren esconderse. En el lado menos positivo de su temperamento, pueden llegar a ser pasivos, complacientes, un tanto posesivos y conformistas, en aras de evitar problemas y enfrentamientos.

Temperamento analítico

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Las personas con este temperamento son, como su nombre lo indica, muy analíticas, sistemáticas, precisas, rígidas, dogmáticas, firmes, se basan en los hechos y muestran un alto sentido de madurez.

Suelen tener gustos convencionales, pero con muy altos estándares, pues son exigentes consigo mismos y con los demás. Se ajustan a las normas y las respetan, por lo que muchas veces se contienen de hacer o decir aquello que vaya contra lo establecido.

Son personas independientes, persistentes y muy cuidadosas en todo lo que hacen, pues son perfeccionistas y prestan atención a los detalles. Se comportan con mucha propiedad y suelen ser muy diplomáticos.

Para estar equilibrados, necesitan tener claridad en su vida, por ejemplo, en cuanto a su rol, lo que deben hacer y lo que se espera de ellos. Los motiva el orden, la estructura, los procedimientos, los retos mentales y el reconocimiento a sus capacidades y logros.

Cuando están bajo presión o en situaciones desafiantes, se estresan fácilmente, incluso pueden llegar a victimizarse y caer en depresión cuando se equivocan en algo o si alguien les hace ver sus errores. Son muy críticos, autocríticos y duros consigo mismos.

La importancia de conocer tu temperamento y el de los demás

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Conocer el temperamento predominante en ti y en las personas con las que convives cotidianamente –tanto en el ámbito personal como en el profesional, social y laboral– es útil para el desarrollo personal, las relaciones interpersonales y la comprensión de las diferencias humanas.

Esta teoría de los temperamentos es una herramienta que te ayuda a reconocer que existen diferentes tipos de personalidades y formas de ser. Con ello puedes desarrollar una mayor empatía y comprensión hacia las personas que reaccionan y se comportan de manera diferente a ti.

Así, puedes aprender a anticipar y comprender mejor las reacciones y necesidades de los demás, para comunicarte de manera más efectiva con cada persona y construir relaciones más fuertes y armoniosas.

Por otro lado, conocer tu propio temperamento puede ayudarte a identificar tus fortalezas y debilidades naturales. Esto puede ser útil para el crecimiento personal y el desarrollo de estrategias para manejar tus emociones, encontrar tus motivaciones, enfrentar mejor los desafíos y aprender a gestionar de mejor manera la forma en que reaccionas ante diferentes situaciones.

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